martes, 23 de marzo de 2021

Abismos

 A poco más de un mes de sumar otro año, y llegando a la supuesta plenitud de mi vida, ya madura, por cierto, sigo sintiendo ese abismo que veía al mirar a mi interior cuando tenía catorce años. Siempre dividida entre el debe y el ser.  Antes pensaba que no era una niña normal, ahora sé que lo normal no existe, pero las aparentes vidas de los demás me producen ese abismo. 

Dios, sólo el, sabe que he luchado y lucho a diario por hacer lo que se debe, pero sólo el sabe que también lucho por ser yo, el problema es que no sé quién soy. Eso no saber lo que se quiere pero si lo que no, pues tampoco lo sé.  Es como si dentro de mi hubiese encerrada una señora sabia que sabe que decir y hacer en todo momento, pero hay otra con no se sabe ni que edad pero que es proclive a los excesos, a la charla en demasía, a lo oscuro, a lo bello, a no pensar en el mañana, y joder controlar continuamente a lo largo de 41 años a esas dos señoras dentro de mi, no, no es fácil. 

Cualquier día es amable en mi vida, en general, o eso he creado, o eso he creído. Sólo tengo una certeza, una que no tenía con catorce años, y es que aunque la de los excesos, la que huye, quiera hacer una aparición estelar, se va a tener que joder, porque ahora hay una fuerza que hasta hace 6 años y pico desconocía, los hijos. Una sabe que como decía el poema de khalil gibran, que colgaba en la casa hippie de mi madre, "tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida, deseosa de si misma", y sí, es algo que sé y que deseo, que vuelen y sean independientes, pero ahora señora vida, ahora son míos, son mi responsabilidad, y mi deseo de amarles y cuidarles es la única certeza que he encontrado en estos años de mi vida.

Así que de nuevo aquí me encuentro, ahora en este lado de la vida, con el debe a cuestas constantemente, pero queriendo encontrar algo de mí en mis letras, como hice cuando vivía sola, porque sólo así seré capaz de recordar dentro de otros doce años algo de mi, y quizá algún día sea capaz de aceptarme tal y como soy. 
Cargada de incongruencias, de ideas que nunca llegarán a materializarse, de deseos prohibidos, pero yo al fin y al cabo.  


miércoles, 13 de abril de 2016

El amor


Hace tanto que no escribo que no recuerdo los motivos por los que dejé de hacerlo, tal vez la felicidad, la paz, la tranquilidad, el sosiego, el amor puro y verdadero, sin trabas, sin mentiras, ese que llega sin avisar y se instala en el corazón, en el alma, para siempre, ese que crece día tras día. Tal vez todo esto es el culpable de que yo dejase atrás la escritura desgarradora, aquella que dolía en el estomágo, aquellas palabras perdidas, sordidas, turbias, pero hermosas, de alguna manera hermosas.

Sin embargo llevo días que deseo sentarme en soledad a escribir sin parar, a escribir sobre esta persona nueva que soy, esta mujer que poco y mucho tiene que ver con aquella, mi manera de amar, ahora me doy cuenta, es la misma, intensa, apasionada, verdadera y alocada, así amo a Daniel, mi eterno compañero. Claro que a veces, pero muy pocas veces, me trastoca, pero eso hace que también le ame, que le ame como a nadie, es soñador como nadie, es creativo y se ilusiona como un niño pequeño, tiene ese punto de candidez en un señor responsable, y eso no me descoloca, al contrario, me atrapa, bueno, sí, me descoloca a ratitos, pero para justo después en frío enamorarme aún más.

Y mi hija, ¿cómo saber hasta su llegada del amor incondicional? No puedo afirmar y estoy en contra de la idea de que para realizarte como mujer debes ser madre, pero si afirmo que el amor incondicional sólo se conoce cuando se tiene un hijo. En mi caso, he tenido la suerte de que haya nacido del amor del que hablaba antes, de un amor divertido, sincero y para toda la vida, de esos que ya no existen. Martina, porque mía no es, la hija que nos ha puesto la vida en el camino, y nos hace sentirnos extremadamente afortunados, no resta, sino que suma un amor infinito a nuestras vidas, su sonrisa es el mundo girando a nuestro alrededor, el brillo de su pelo rubio me parece el color más precioso de la creación, sus ojos de tono indefinido nos inundan de una ternura infinita, y sus ocurrencias nos provocan las mayores de las risas, y sus pequeños malestares de niña pequeña, el mayor de los sufrimientos, quisieras cambiar una noche suya de mocos y tos por una gripe enorme en tu cuerpo a cambio.

Así es este amor que me ha regalado la vida... ¿Cómo no sentir inspiración con esta vida que llevo tan intensamente feliz? A veces, lloro de emoción, de miedo por perder esto que jamás soñé, pero automaticamente vuelvo en mí, fría, y continuo, por eso dejé de escribir.

Prometo sacar ratitos y escuchar esa voz de felicidad, de emociones e ilusiones, prometo ser más yo, y volver a escribir, porque la vida sólo es una, y me permite dejarles mis palabras a mis hijos, a Martina, y a la lentejita que está creciendo dentro de mí.




jueves, 4 de octubre de 2012

The end

Hoy será la última vez que escriba en este blog. Hace ya, desde luego mucho que no lo hacía, pero aún lo sentía mío. Es la última noche de esta etapa que he vivido tan intensamente. No puedo evitar sentir un pequeño vértigo por lo que viene, será maravillosa esta nueva etapa, estoy segura. Me acompaña una persona tan fascinante y sería tan aburrida si describiese el amor que nos une, que me lo voy a ahorrar en esta entrada.  Sin embargo no puedo evitarlo, he retirado los marcos de fotos de mi librería del salón, he vaciado el armario con toda la ropa, la de estos últimos seis años y la antigua. He tirado revistas de moda de colección porque no habrá sitio para las pobrecitas. He tirado el daño que arrastraba. He tirado la nostalgia por lo que nunca fue. Y este vértigo del que hablo no es sino emoción, tan pura que me inunda de lágrimas, lloro sin parar al ver la librería desnuda de mis fotos, los libros de la universidad los tendré que ir colocando poco a poco en algún lugar. He tirado lo insano del amor. Tengo unas llaves nuevas, un sofá nuevo comodísimo, mejor que el actual, un sofá en el que caer cuando llego rendida, una pizarra colgada de una pared donde aparecen mensajes cargados de buena vibra, una cocina enorme donde aprender a cocinar, ya toca, un dormitorio bajo la campana más gorda de mi pequeña ciudad del sur, unos ojos que se iluminan cuando me ven entrar al finalizar el día, un sonido de trompeta que cada día suena más auténtico, unos brazos que me rodearán todas las mañanas frías del próximo invierno, una nueva silla blanca donde sentarme a estudiar un nuevo curso, un ... una... no se como llamarlo.
Me parece increíble que esto me esté sucediendo, estaba contenta con mi independencia en esta casita de muñecas donde, así solita, paso la última noche de esta etapa. No creí que necesitara más para ser feliz, no se podía tener todo y así pasaban los días.  Sin darme cuenta me convertí en una mujer afortunada, feliz, llenita de paz interior, y enamorada hasta las trancas, y no había que sufrir para amar, y ahora ese sofá que me daba miedo será también mi sofá. Si, nuestro. Será bonito comenzar a hablar en plural, ya no soy yo sola, y no sólo no he perdido un ápice de mi, de la nena, soy más yo que nunca, Sabina Fazio G. en estado puro, ahora si.
  The end

sábado, 4 de febrero de 2012

Viento



- ¿Oyes? ¡Qué viento!, me asusta, siempre me ha asustado, su ímpetu capaz de arrancar árboles, de agitar mares tranquilos; te sorprende con un portazo de repente, de pequeña al oír el zumbido que pasaba bajo la puerta del dormitorio me hacía creer que eran fantasmas que venían a por mi, me tapaba bajo las mantas y cerraba los ojos hasta quedarme vencida de miedo. Gracias mi amor, gracias por estar a mi lado en esta noche de terrible viento, afuera pueden caer todos los árboles de la ciudad, quizá el zumbido comience a oírse en breve, pero estoy con vos bajo la manta, no hay nada qué alivie más mis temores que sentirte a mi lado. Gracias por estar en mi vida, apenas han pasado cuatro meses y todo ha cambiado. Lo había oído, el amor transforma el agua corrompida en la más pura y limpia. Gracias Diego, te quiero, me callo ya, buenas noches.
- Hola preciosa, no, no te molestes en intentar responderme, si, tenés la boca tapada con esparadrapo, aunque realmente no es necesario, estamos lejos, aislados, nadie puede oírte, nadie sabe que estamos acá. No, no intentes moverte, te harás daño en las muñecas, si, estás atada. Imagino que necesitas una explicación, porque esto no es una pesadilla, es real pequeña, esto si es real, para tu sorpresa los anteriores cuatro meses no han sido más que el preámbulo de este experimento. A alguien le debía de tocar, y mi bella Helena, permíte unos halagos, sos la perfecta candidata: Nadie te va a extrañar, es una lástima que nadie te quiera sin embargo para mí es fundamental, además sos linda, muy linda, joven, más alocada de la cuenta, coqueta, curiosa, traumada, lo siento, de veras, siento lo que me contaste sobre tu dura infancia; ya te vas a olvidar de ella, olvidarás también a aquel novio que te jodió, olvidarás tus remordimientos de conciencia tras los días de joda eterna, te olvidarás de ti misma. Duerme, duerme.
La cuenta atrás ha comenzado.

domingo, 15 de enero de 2012

Manos

Manos que sanan mi dolorida espalda, manos que excitan mi sexo con apenas un leve roce, manos que toman las mías para bailar perfidia, manos que me acarician bajo la mesa mientras el resto charla de la situación actual del país, manos que brindan por las nuevas caricias,
manos que me agarran para no caer cuando estoy cansada, manos que se enredan entre mis cortos cabellos y me provocan movimientos gatunos, manos que pellizcan mis pezones dando lugar a extraños orgasmos, manos que se ciñen a mi cintura bajando al culo hasta quedarnos dormidos, manos, dedos, música, manos, dedos, trompeta, manos, dedos, sexo, manos, dedos,amor, manos, dedos, felicidad.

domingo, 11 de diciembre de 2011

CONTRALUZ

Acudí como una de tantas adictas a los editoriales de moda de Vogue, fan de Almodovar, curiosidad por las colaboraciones con Alaska, estaba disfrutando al ver el gran trabajo de cartelería, fotografía de moda,daba vueltas en círculo en la planta baja de la singular sala de exposiciones del Canal Isabel II, subí sin saber que me encontraría, y así, sin más, comienzas a sentirte parte de ese onírico mundo del genial Gatti, mundo que yo desconocía, atrás quedaba la colorida cartelería de la movida, las poses de la Watling y Penélope. Gran caballo blanco, poderoso en las formas, igual que las poderosas formas de los cuerpos desnudos bajo el agua, sinuosas bailarinas que danzan entre humo de cigarrillos que Bimba fuma una y otra vez, delicadas orquídeas que invitan a acariciarlas como si tuvieses el sexo más delicado entre tus manos, continúas arriba, con cuidado, las escaleras te llevan a un lugar más intenso cada vez, más oscuro y cada vez sos más parte de la obra, azul intenso sobre fondo negro, las formas se confunden, te confunden y vas dejando de ser vos, poco a poco continúas girando y más escalones, llegas por fin al gran planetario, te abrazan las formas en este lugar, dejas el cuerpo caer y es entonces cuando tu mente es atrapada por la vida que toman acá las fotografías del genio Gatti.

domingo, 4 de diciembre de 2011

¿Como siempre?


Creía que construía, cuando realmente destruía. Se disfraza con su petulancia, cuando realmente se abandonaba a su propio declive. Anoche me llamó, no atendí la llamada por respeto a las personas con las que estaba cenando, insistió, me levanté excusándome con ir al baño, la cobertura de aquel aseo no era la mejor sin embargo no hacía falta mucha claridad para saber que estaba dándose un baño de ansiedad con un sólo "hola, ¿puedes hablar?" contesté la verdad, que estaba ocupada, que al día siguiente le llamaría. Volví a la mesa, pero al término de la cena decidí ir directa a casa y llamarle, me había dejado preocupada. Quería que nos viésemos, era tarde, era invierno para ambos, accedí, como siempre, pensé de camino. Como siempre en un lugar poco transitado, como siempre vos y yo bajo la alevosa noche, le dije a modo de saludo con sonrisa socarrona. Alzó la mirada: "flaca no es como siempre, te extraño, te necesito, no he encontrado a otra como vos", le asomaban pequeñas lágrimas, idénticas a las de los críos cuando son conscientes de que es el último recurso que les queda para salirse con la suya.

No es como siempre, estamos por fin de acuerdo en algo. Yo no te extraño. Yo no te necesito, ya no. Por suerte, yo tampoco he encontrado a otro como vos.