martes, 27 de julio de 2010

Número uno: Barba


Quisiera escribir sobre vos, te he imaginado mil veces como un personaje en mil historias que pasan por mi cabeza, incluso puede que en algún sueño de esos raritos que tengo, sobre todo cuando tomo más vino de la cuenta los días entre semana, sin embargo no se como empezar, tal vez sea porque no hay nada que decir sobre tu persona, claro que esto no es solo prepotencia, sino impotencia. Me atraes como personaje, pero supongo que esa parte de sociólogo, psicólogo, o cualquiera de estas profesiones que acaben en logo afloran al conocer a un tipo como vos. Imagino que no debes ser distinto de otros, que como tu, han decidido pasar su vida dando vueltas a una plaza. ¡Qué cojones, eso no se decide! Lo cambio, imagino que no debes ser distinto de otros a los que la vida ha colocado en una plaza como esta. ¡Joder! ¡la vida! Como si esta fuera dueña de nosotros. Bueno imagino que debe haber otros que como vos, viven en torno a una plaza de la que no salen jamás, ahí buscan alimento, al fin y al cabo estas plazas se han convertido en un reclamo turístico y de ocio y la gente que acude a ellas comen con más ojos que con los estómagos, buscan en invierno donde refugiarse de las inclementes lluvias, del jodido frío de una ciudad interior, y del un aún más jodido calor de una ciudad interior del sur. No creo que seas el único, pero si el único que conozco, y dejando atrás la parte de personaje de cuento, como si fueses la muchacha de los cerillos, aquella que moría en una ciudad de la fría Inglaterra en invierno y que solita ella subía al cielo por buena, me atrae pensar en tu forma de ver la plaza, no digo la vida porque, y vuelvo a suponer, imaginar, que para vos la vida es la plaza, y no difiere mucho de la vida de muchos de nosotros. Te levantas, temprano, a eso de la salida del sol, eso sí, a diferencia del resto de humanos mediocres, lo haces al revés, en verano tempranito porque el puto sol sale deslumbrando a las 6:40 más o menos, y en invierno te permites el lujo de esperar a las 7:50, pero como es pequeña la diferencia ahí lo dejaré, madrugas, chico. Luego recoges un poquito tu pequeño refugio, ese que tienes bajo el último arco, el que está cercano a la zona baja de la plaza, hay que andarse con ojo, últimamente entre los que andan como vos, y los que no soportan la presencia de gente como vos… ahí no más, llevamos la misma rutina. No sales en todo el día, en toda la semana, en todo el mes, no se si en todo el año, bueno si lo se, te llevo viendo un par de ellos. Mucha de la gente que conozco no sale de su rutina, incluso toman en esta época del año una cosa que llaman vacaciones, pero no salen tampoco, ellos así lo creen, pero al igual que vos crees que te mueves un mundo al ir de la parte baja a la parte alta, ellos van de su casa al apartamento de la misma playa, siguen madrugando, haciendo la misma comida, acostándose con las mismas personas, y siguen pensando que esta plaza les recompensa año tras año.

Igual vos sos más decidido y puede que mañana cuando baje a tomar la cerveza de las 22 horas ya no estés, y entonces habrá que pensar en cambiar de playa y de apartamento, y de compañera de cama. No sos tan diferente querido barbudito. Buena suerte, si algún día no te vuelvo a ver por la plaza te mandaré mis mejores deseos, desearé que encuentres otra plaza tan linda y con mejor temperatura. Adiós.