lunes, 4 de octubre de 2010

La vida



Ahora que parece que la tormenta ha cesado, que una paz desconocida me inunda, que cierro los ojos y vuelo a mil sitios imaginarios, que los abro y la realidad me abriga acogedora, ahora que soy lo que deseabais los que me queréis, ahora siento miedo de mi corazón vacío, no porque me resulte desconocida la situación, no por temor al dolor q me puedan causar, miedo de mi misma, de no tener la capacidad de dar lo que le dí a alguien que sea honesto. Tengo la sensación de no saber marcharme a tiempo de los lugares poco recomendables, de no alejarme de las mentes atormentadas, de insistir en los traumas, tal vez adopte la fea costumbre de entregar mis entrañas a cambio de resolver problemas ajenos, y así rodar una y otra vez, así hasta que llegue un día en que realmente me sienta tan llena de los malos recuerdos de aquellos a quienes quise salvar que me percate de que yo era la que vivía en el peor de los lugares como para recomendar, de que mi mente era la más atormentada, de que mis traumas, a diferencia de los suyos eran insalvables, tal vez era yo la más problemática, pero mientras que llegue ese día seguiré rodando y entregando mis entrañas a quien me apetezca, por absurdo que parezca, la pasión es la que realmente mueve el mundo, al menos el mío, sino seríamos máquinas, como aquellas mujeres perfectas. Dejémonos amar de manera desgarrada, besemos con violencia, acariciemos con ternura, follemos con las miradas, trabajemos sin matarnos, caminemos bajo la lluvia de octubre sin rumbo fijo, abramos nuestros oídos a los músicos del pasado y a los que intentan ahora hacernos soñar, tengamos hijos sin pensar en la economía y si en el amor incondicional que conlleva, manifestemos lo que nos incomoda, lo que nos indigna, ¡vivamos joder!, vivamos sin pensar demasiado en el mañana, lo justo para poner el despertador en hora, porque eso sí, hay que pagar facturas. Lo siento he jodido el final, pero es así, primero de mes, y antes que ponerme nostálgica esta tarde he ido a pagar hipoteca, garaje… pero vivan, porque ¡están vivos!