sábado, 2 de julio de 2011

ORGULLOSA





Aún estamos lejos de una verdadera igualdad, y me resulta casi cómico como los homosexuales, bisexuales, transexuales, tengan que esconderse a diario en sus puestos de trabajo, con algunos familiares, con amigos de toda la vida, y no estoy diciendo que vayan con una pancarta que diga soy gay, simplemente no tener que andar caminando en las tinieblas.

Caso 1: Chica guapa, ejecutiva, de buena familia, discretamente vestida, lesbiana, convive en pareja desde hace tres años, una chica de complexión fuerte, médico, mal gusto en el vestir, divertida. A la primera se la juzgaría de haber sufrido un engaño muy fuerte con algun tio chungo para haber acabado así, no le pega nada, no nos pega nada como imagen corporativa, la verdad, nunca lo hubiera dicho.

Caso 2: Chico de un pequeño pueblo del sur interior, estudia la carrera de arquitectura en la capital de su comunidad, por fin allí se desarrolla no solo intelectualmente sino emocionalmente conoce a un compañero en segundo de carrera y seis años después siguen enamorados y con una meteórica carrera como socios de un gran estudio. Al primero sus padres le dieron la espalda en cuarto al enterarse, no le pagarían unos estudios que le sirviesen de tapadera para hacer el maricón por las calles de la capital.
Caso 3: Chica de treinta y dos años se divorcia del que fue su novio durante la adolescencia, tiene un hijo de 2 años, es independiente economicamente, mantiene una buenísima relación con su ex marido, comienza a salir con una compañera de la oficina, esta es lesbiana y a su vez le presenta amigas que también lo son. Se fija en una de ellas, es una mujer menuda, tremendamente aguda y divertida, con un estilo increible, un viernes de los que no tiene al peque termina con ella en la cama, ha disfrutado se ha sentido viva. Así va sucediendo algún viernes que otro. Chico nuevo en la oficina, se ofrece a acompañarle a desayunar por cortesía, éste se lo agradece con entradas a la ópera, ópera que acaba en cama, el es agradable, atractivo, educado, ha disfrutado, se ha sentido viva. A ella la juzgarían de viciosa, una cosa es haberse dado cuenta de que era lesbiana al dejar al marido y otra andar tonteando con hombres y mujeres, y encima con un hijo pequeño, lo próximo ¿qué será? un perro...


Y así un caso y otro, nuestros hijos, amigos, compañeros, nosotros mísmos, porque tenemos derechos contemplados en la tan apreciada constitución que además son derechos fundamentales, a la libertad, a la igualdad, a la libre expresión, a la intimidad. ¿Entonces porqué aún se juzga? Con lo que estos libres juicios conllevan, pérdidas de puesto de trabajo, custodia de los hijos, trastornos emocionales por la represión vivida, miedo a acudir a un centro sanitario ante un posible contagio de VIH, esconder a una pareja toda una vida. Fingir quien no se es no es la opción. Por eso más que nunca hay que seguir luchando y reivindicar, entre otros, de modo festivo y lúdico, que la opción sexual de cada uno no es más que eso, una opción, tal y como todos hacemos con nuestra intimidad, sin dejar de ser grandes profesionales, padres, madres, hijos, amigos...

2 comentarios:

Roberto dijo...

se puede decir más alto pero no más claro...

estás pidiendo sentido común nada más...

un beso

PSYCOMORO dijo...

Sí, Divina, seguimos a medio camino de casi todo, encajados en una injusticia que no acertamos ni a reflexionar. Gracias por recordarnos quién somos.