Aquí sentada, hora tras hora, a este paso mi culo va a tomar una forma indeseada, ya sólo quedan diez días y volveré a la normalidad de mi rutina desordenada. Mientras tanto pienso que no me queda otra que seguir cabeza abajo con la mirada clavada en estos espesos libros, que a ratos me intrigan y a veces me hartan. Desearía un respiro, salir unos minutos de este estado y decido colocar mi cabeza en otra posición, la mirada intenta perderse, pero no halla más que cabezas abajo, alguna que otra de éstas debe estar buscando el mismo respiro al encontrarlas mi vista dos filas más adelante, tortugueando (palabra que me acabo de inventar) a ver que encuentran. Con suerte tenemos un amplio ventanal con vistas al campanario de una Iglesia de no se que época, pero me transmite paz, encuentro al fin el sitio donde puedo huir un minuto sin moverme de la silla, soy cigüeña, que cosa más absurda, pero al menos observo el río desde esta posición…ha pasado el minuto y antes de volver cabeza abajo, miro al otro lado y ¡zas! Me encuentro con una patadita ortográfica en el tablón de anuncios que me hace daño la vista, con lo relajadita que venía yo del estado cigüeñal. En fin, seguiré inmersa en lo mío, que aún me queda mucho.
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