Gente, gente, más gente, de un lado para otro, cada uno de ellos en una dirección, mientras yo ando perdido, no se cual es la mía, y siento que me ahogo; tal vez deba tomar la que lleva al centro sanitario más próximo por si me agarra un ataque de ansiedad, que estos son muy traicioneros y te pueden asaltar en cualquier momento, claro que si voy hacía allá es posible que me aleje demasiado de mi camino, que si no se cual es tampoco importa mucho ¿no? Y continúan, gente, en el parque, en el semáforo, miro hacía arriba, y más gente, gente cocinando para el día siguiente que están de escaparate, gente que camina frente a mi, pero nadie de tantísima gente parece reconocer mi rostro entre la muchedumbre, ni tan siquiera una sola mirada, aunque sea para esquivarme. ¿Será que he muerto ya? ¿Será que he muerto antes de llegar al centro sanitario?, joder, va a ser eso, sino ¿como explicar que después de un año sin descanso alguno, sin parar de caminar, nadie me haya reconocido? Seguro que el ataque de ansiedad me sobrevino cuando más despistado andaba y me arrebató la vida, si ya lo decía yo, esto pasaría algún día, pero ninguno me hicisteis caso, pensabais que era un vulgar hipocondriaco, un quejica, y al final miradme, ando muerto, cruzándome con gente, con gente viva, con gente que disfruta de sus problemas, de las miradas de otros al cruzar el semáforo que yo cruzo una y otra vez a lo largo de mi eternidad. ¡Oh! Qué desgraciado soy, qué penita doy y encima nadie me ve, estoy muerto, vale, pero ¿alguien puede indicarme el centro sanitario más próximo por favor?
3 comentarios:
El mejor centro sanitario está cerca de la almohada.
Muy chulo este microrrelato, doña Nena.
Esperamos más.
Gracias Sr.Conde, viniendo de usted es de agradecer el comentario.
Nacho, así fue, acudí rapidamente a ese centro al ver lo que de mi cabecita salía a esas horas entre semana :-D
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