Por ahí va Martín, con su andar peculiar, su mirada perdida, su rostro marcado por el paso del tiempo, un tiempo que ha corrido quizá más de la cuenta a los ojos de quien le ve caminando por las estrechas calles de la ciudad. Aparentemente este hombre parece haberse casado con la Libertad, con ella tiene un hijo llamado espíritu libre, pues vive al margen de toda regla impuesta al resto de la sociedad, come cuando las musas le inspiran y a cambio de esta inspiración recibe unas monedas, da igual que tipo de inspiración, hoy un cuadro naif, mañana un pastel vegetal, pasado joyas de materiales reciclados, al otro tal vez el día esté negro y a las musas les da pereza salir en su busca, entonces no hay para comer, eso sí, es libre. No tiene que verle el careto al capullo del jefe cabreado por su insatisfactoria vida sexual, no tiene porque despertar al lado de la misma mujer por muchos años que le caigan encima, no tiene que andar haciendo números para pagarle los estudios al niño… Sin embargo aún sigue caminando por las angostas calles de esa ciudad asfixiante que odia, aún hay noches que no sabe donde dormirá la siguiente, pues probablemente no tendrá un mango para seguir pagando la pensión, aún teme hacer un llamado a su padre, a un hermano, a un hijo, porque desgraciadamente nadie le entiende, pues éstos no son más que borregos de la sociedad actual…
Sigue su camino y sin saberlo ninguno, se cruza por una de esas calles con un tipo igual aunque aparentemente distinto.
Por ahí va Jaime, por las anchas avenidas de la misma ciudad, éste no va a pie, aparca en doble fila casi en la esquina, es un vehículo de marca, reluciente, del que no daré más detalles porque no me interesan lo más mínimo. Rebosa seguridad, porque aunque éste si esté casado con una mujer de carne y hueso, también considera como su esposa legítima a Libertad, pues vive al margen de lo que él considera imposiciones absurdas, trabaja 15 horas al día en el estudio porque ama sus creaciones, perdón, sus carísimas creaciones, detalle éste que le hace más libre, pues no tiene porque verle el careto al capullo del jefe cabreado por su insatisfactoria vida sexual, no tiene porque despertar al lado de la misma mujer por muchos años que le caigan encima, no tiene que andar haciendo números para pagarle los estudios al niño… Sin embargo aún sueña con despertarse al lado de una mujer a la que ame de verdad, aún teme cambiar el color de la camisa por si a sus clientes les diera por decir que es un modernito, aún teme hacer un llamado a su amigo de toda la vida porque ahora están a distintos niveles y éste no le entendería…
El caso es que Jaime se había bajado a comprar tabaco al bar donde hacía esquina la callejita del casco histórico con la gran avenida, cuando tropezó con Martín, se miraron al disculparse, pues entre otras cosas les unía una educación exquisita, y se encontraron por un segundo delante de un espejo. Así es, ambos estaban casados con la misma, perdón de nuevo, con el mismo, porque ellos sabían en su interior quien les tenía realmente atados en esta vida. Podía haber sido aquella hermosa mujer llamada Libertad, pero la realidad era bien distinta, pues Libi pasó de largo hacía demasiado tiempo, cuando el Sr. MIEDO les atrajo con su falsa apariencia.
4 comentarios:
Qué relato tan sincero¡ cuántas verdades se esconden en esas letras
Un besito,
Hola, he visto un link donde ponía Malevaje y he entrado (por lo del grupo de tangos) y me ha gustado. Seguiré pasando!
Ahhh qué bueno... Qué gustazo leerte. ¡Una perla!
Gracias a los tres, pensé que era un poco lioso, pero con vuestros comentarios me animo:-D
Un beso
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